20.12.08

a pedido

ESTO ES SOLO PARA DECIRTE QUE

Me comí
las ciruelas
que había
en el refrigerador

y que
probablemente vos
guardabas
para el desayuno

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías

8.12.08

X

2. decurso de la investigación


La muchacha sonríe ante tantas y variadas preguntas. Cómo es aquello, de quién son estas llaves, a qué hora murió, ¿cuál es el lugar donde ocurrieron los hechos? …
Suspira. Hace largo tiempo que nadie le pregunta tantas cosas. La muchacha recorre el cuarto blanco, cerrado, con un amplio y (supone ella) grueso ventanal polarizado. No puede ver que hay del otro lado pero intuye un árbol de navidad con sus luces encendidas, parpadeantes en la oscuridad. Al costado del árbol 3 policías juegan a las cartas. El viejo escritorio está repleto de fichas, apuestas, diligencias que aparentemente se resolverán en el pasado de una vaca pastando en diferentes llanuras que parecen la misma pero no lo son. Los policías beben café.

Ella está sentada y bosteza. El hombre al otro lado de la mesa de interrogatorios se pasea de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, como el péndulo de un excéntrico reloj. Su lengua perspicaz no se detiene tal como el cucú nos da la hora. Esto recuerda algo a la muchacha. “Qué hora es”, pregunta. “Creo que tengo que irme”, afirma con seriedad. El hombre sonríe. “Una última pregunta”, dice. “¿Eran chicos o chicas?”. La muchacha se toma su tiempo para contestar, reclina la silla metálica hacia atrás y mirando el techo clarísimo, impoluto como un cielo del espacio, le responde: “no lo sé”.



,
.