100 Vidas y un desesperado
Todo, iba de
mal en peor para
Artur.
Esta vida, solía decir,
no es de las mejores que
me han tocado, pero ya
estaba acostumbrado
y eso
era lo grave
lo triste
lo terrible.
Aquella noche
en el bar, Artur,
por una casualidad, o varias
terminó sentado en
nuestra mesa.
Hablando. Tomando. Fumando.
En ese entonces, yo
buscaba historias
particularmente extravagantes
para una agencia
que vendía
futuros paralelos.
Artur habló de sus vidas
de cómo llegó a ser ninja,
el único ninja negro
en Morón,
de cómo capturó a
su amada, una bruja cantante,
con sus artes secretas. Al parecer
Artur y su pandilla
se dedicaban a cazar monstruos.
Después de unas cervezas y
algunas corridas, recordó
la fortuna
que había cosechado
con la venta
de especies atróficas,
arañas ciempiés y lagartos metamorfos,
seres abstractos
que raptaba del ciberespacio.
Pero eso
era pasado, o presente.
El futuro no existía.
Esta era la última de sus vidas
la última y la peor.
Artur tenía ya 60 años y había pasado
la mayor parte de ellos
trabajando en la misma empresa
la misma oficina
el mismo escritorio.
Tenía casa, dos autos y
una bella mujer, todo
lo que a cualquiera de nosotros
le gustaría, claro que
para quien ha vivido
100 vidas y ninguna muerte, estas cosas
no eran importantes.
Lo realmente importante,
aquello que más deseaba, era
lo que nunca
podría conseguir. Otra vida.
Otra vida para cazar monstruos.
Otra vida para especies.
Otra vida para un desesperado.
Eddie.
20.9.08
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5 comentarios:
todos ustedes tomaron de la misma sopa...no repetirse muchachos¡
es verdad, che
buen poema, eddy creo que sos un huron
se ne cesita micro-gacelas contundentes
creo ke eddy sabe lo ke hace...es por ahi....
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